EL SOL DE LA TARDE *Constantino Kavafis*



Este cuarto, qué bien lo conozco.
Ahora se alquila y también el de al lado
para oficinas comerciales. 
Toda la casa se convirtió en oficinas de corredores, 
de comerciantes, de compañías.

Ah, este cuarto, qué familiar me es.

Aquí cerca de la puerta estaba el canapé,
y delante de él una alfombra persa;
al lado la repisa con dos floreros amarillos.
A la derecha, no, enfrente, un armario con espejo.
En el centro la mesa donde escribía,
y las tres grandes sillas de mimbre.
Junto a la ventana estaba la cama
donde nos amamos tantas veces.

Aún deben estar en alguna parte esas pobres cosas.

Junto a la ventana estaba la cama;
el sol de la tarde llegaba hasta el medio.

… Las cuatro de la tarde, nos habíamos separado
sólo por una semana… 
Ay, esa semana se volvió eterna.

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