LOS NIÑOS QUE SE MUEREN *Elena Medel*



Los niños que se mueren,
pueden elegir entre saltar durante el día sobre camas de
hormigón dulce, o comerse las sábanas muy lento, con
los ojos cerrados y felices.
El privilegio de la franela. Dos centésimas de miedo para
que suelten su mano: por la avenida se agarran de la
punta de mis dedos, mordiéndome, mamá.
Ya no tengo piernas y canto muy bajito, 
buscando en un lugar cerca de mi padre, 
así que ellos me hacen compañía antes de llegar a casa.
Qué alegría en el vestíbulo: 
soy tan blandita que no puedo morir.
Tengo amigos sin sueño ni pijama. 
Huelen a víspera de festivo, 
y convierten los termómetros en un cuento de
buenas noches, y han muerto y sin embargo
confían en enero igual que en las ventanas 
y la voz de la nieve.
Así es la vida de los niños que se mueren. 
Acolchada. Muy dulce. 
Es tan bello extinguirse siendo niño...

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