Aquí la miel que rezuma del corazón profundo de las flores,
los colores, los aromas y los alientos amados.
Ya no le sonreirás a la belleza de las cosas;
se han cerrado al fin, tus brazos siempre abiertos.
No sentirás más, sobre tus párpados dormidos,
el lento deshojar de los perfumados llantos;
tu corazón se disuelve en la metamorfosis;
llego justo a tiempo para perderte eternamente.
Aquí mis manos, mis ojos, mis pies que buscas;
en este estrecho jardín donde estás tendida,
yo avanzo titubeante como un triste extranjero.
Te alcanzo demasiado tarde… me arrepiento, envidio
a aquellos que mucho me advirtieron que todo es pasajero,
que te demostraron su amor cuando estaban a tiempo.
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