era un intruso temido y anhelado.
Un roce furtivo, premeditado,
Un roce furtivo, premeditado,
reelaborado durante insoportables desvelos.
Una confesión perturbada y audaz,
corregida mil veces, que jamás llegaría a su destino.
Una incesante y tiránica inquietud.
Un galopar repentino del corazón ingobernable.
Un continuo batallar contra la despiadada infalibilidad
de los espejos.
Una íntima dificultad para distinguir la congoja del júbilo.
Una incesante y tiránica inquietud.
Un galopar repentino del corazón ingobernable.
Un continuo batallar contra la despiadada infalibilidad
de los espejos.
Una íntima dificultad para distinguir la congoja del júbilo.
Era un tiempo adolescente e impreciso,
el tiempo del amor sin nombre,
hasta casi sin rostro,
que merodeaba, como un beso prometido,
por el punto más umbrío de la escalera.
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