le pasaban a veces como nieblas
de otros paisajes: No tenían
color sus ojos; eran
fríos y turbios como ventisqueros…
No era bueno quererla…
Adormecía con su voz lejana,
con sus palabras quietas
que caían sin ruido, semejantes
a escarcha ligera de marzo
en las primeras rosas,
sin deshojar los pétalos…
Alguien por retenerla
quiso hacer de toda su vida un lazo...
Un solo lazo fuerte y duro…
Ella, con sus frágiles manos rompió el lazo,
que era lazo de vida…
(A veces, nieblas de otro país pasaban por sus ojos… )
No era bueno quererla.
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